Dejame LLamarte Madre
Y vio Dios que era hermosa la ternura
y Madre la llamó desde el principio
con un sabor a miel en cada letra.
Tan perfecta nació que, enamorado,
Dios mismo se reserva la primera
y le regala al hombre su hermosura.
¿Dónde queda la luz, dónde la nieve?
Al contemplarte se levanta en vuelo
mi peso de tristeza y recupero
la intimidad de niño transparente
con tu candor de besos y caricias.
Déjame que te llame siempre Madre.
Dame otra vez tu mano y tu sonrisa
y vamos por la vida caminando.
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